Después de haber librado la muerte en varias ocasiones, el implacable emperador Nerón lo mando a sacrificar, primero torturándolo y después decapitandolo |
Jesús López Sandoval Quinta Parte
Varias veces
el apóstol Pablo se salvó de morir, como en la ciudad de Listra que fue
vilmente apedreado, pero se hizo el inmóvil
y sus lapidadores creyeron que ya estaba muerto.
Las persecuciones que vivió Pablo lo puso a
pensar que su muerte no estaba lejos y estando en la región de Asia Menor
anunció que en adelante le esperaban cadenas y tribulaciones. A sus discípulos
les dijo: “Sé que todos ustedes entre quienes estuve predicando ya no verán más
mi rostro”.
Todos los presentes se echaron a llorar
desconsoladamente y abrazaron al apóstol y lo besaron tiernamente ante la gran
melancolía y dolor, que ya se dejaba sentir entre sus seguidores porque ya no
iban a contemplar más su rostro y lo acompañaron hasta el barco donde zarparía
a otros lugares a seguir su encomienda mientras llegaba el día trágico.
Ya más cerca de su fin, estando en la
ciudad de Tesalónica, el oriundo de Tarso mando a llamar urgentemente a su gran
discípulo Timoteo “haz lo sumo posible
por venir a mi dentro de poco”, ya que tenía un fuerte presentimiento que sería
ejecutado.
El Apóstol escribió en prisión varios de sus grandes Epístolas que se añaden como libros del Nuevo Testamento de la Biblia. |
Timoteo fue para Pablo como su “paño de
lágrimas”, en los últimos momentos de vida y ante lo que se veía venir porque
el mismo apóstol se quejaba que en su primer juicio, que salió bien librado,
nadie de sus seguidores estuvo a su lado, todos los abandonaron, “aunque el
señor (Jesús) estuvo cerca de mí”, dijo.
Antes de partir a la ciudad de Troas, los
seguidores de Pablo le insistieron que no fuera porque lo podrían detener,
martirizar los furiosos adversarios del cristianismo. Tras su detención fue
trasladado a Roma donde estuvo encarcelado, fue torturado, sufriendo todo tipo
de insulto, escupido y después sacrificado un 29 de junio alrededor del año 67
después de Cristo por órdenes del implacable emperador romano Nerón quien dio
la terrible orden de decapitarlo.
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