martes, 31 de julio de 2018

EL DOLOR DE LAS PERSONAS AL ENTERARSE QUE FUERON REGALADOS CUANDO FUERON BEBÉS



EL REGALAR NIÑOS TIERNOS DEJA SECUELAS CUANDO LLEGAN A LA ADULTEZ.
*Madre no es quien los engendra, sino quien los educa.

Jesús    López 

Pareciera que no, pero donar o regalar los hijos a otros padres de familia para educarlos y sacarlos adelante deja secuela psicológica cuando se llega a la edad adulta, cosa que no tan fácil que se pueda superar ya que esta marca queda grabada para siempre en la persona que sufre el abandono.
  La primera interrogante que se hace la persona cuando llega a la edad en que ya tiene uso de razón es reclamar a su madre biológica: "¿porque me regalaste?", "¿porque me abandonaste como perro?", "¿porque hiciste eso?" y otra serie de interrogantes.
 Los hijos sufren toda la vida ese tipo de escarnio, recordar ese pasaje triste de su historia personal al sufrir del abandono por parte principalmente de su progenitora y llegan a vivir todo su vida con esta terrible marca y sentimiento que vivió principalmente en los primeros meses de vida.
 María Natividad actualmente tiene 45 años de edad, felizmente casada y es madre de un hijo, fue "regalada", o dada en adopción por su madre biológica junto con dos becerras, a tan solo unos meses de haber nacida después de que falleció su padre de una enfermedad incurable.
 Ya en la adolescencia, se enteró por parte de sus padres adoptivos de esta terrible verdad cuando ya en uso de razón le anunciaron esta terrible verdad, que al principio no digirió tan fácil pero después lo acepto porque sus otros padres, le supieron dar amor y cariño, además que la criaron como si hubiera sido hija natural de este matrimonio.
  Años después conoció a su "verdadera madre" y aunque no le reclamó dicha acción, tal vez porque se enteró del verdadero fondo de la historia, sólo se dirige a ella por su nombre: "¡Cómo estas Matilde!", en vez de "¡Hola mamá!", cuando se encuentran y saludan.
 Mario vivió una situación casi idéntica a la que padeció María Natividad. Su madre lo regaló cuando era recién nacido. Siempre sus padres adoptivos le informaron de su estado y la molestia se engendró cuando conoció a su verdadera madre.
 Mario para enfrentar este fuerte dolor solía ingerir bebidas embriagantes con mucha frecuencia y así mitigar ese proceso histórico, además de que por las noches se salía a gritar en el patio de su casa para desahogar sus penas, como es el no haber sido aceptado como hijo por su verdadera madre y mejor regalarlo.
 Un día, Mario se armó de valor y fue a reclamarle airadamente porque había cometido lo que le llamaba "una atrocidad". A los pocos días, la señora tomo sus cosas y se fue del lugar para siempre. Mario jamás la volvió a ver. Años más tarde murió la señora llevándose el secreto a la tumba.

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