EL REGALAR NIÑOS TIERNOS DEJA SECUELAS CUANDO LLEGAN A LA ADULTEZ.
*Madre no es quien los engendra, sino quien los educa.
Jesús
López
Pareciera que no, pero donar o regalar los hijos a otros padres de
familia para educarlos y sacarlos adelante deja secuela psicológica cuando se
llega a la edad adulta, cosa que no tan fácil que se pueda superar ya que esta
marca queda grabada para siempre en la persona que sufre el abandono.
La primera interrogante que se
hace la persona cuando llega a la edad en que ya tiene uso de razón es reclamar
a su madre biológica: "¿porque me regalaste?", "¿porque me
abandonaste como perro?", "¿porque hiciste eso?" y otra serie de
interrogantes.
Los hijos sufren toda la vida ese
tipo de escarnio, recordar ese pasaje triste de su historia personal al sufrir
del abandono por parte principalmente de su progenitora y llegan a vivir todo
su vida con esta terrible marca y sentimiento que vivió principalmente en los
primeros meses de vida.
María Natividad actualmente tiene
45 años de edad, felizmente casada y es madre de un hijo, fue
"regalada", o dada en adopción por su madre biológica junto con dos
becerras, a tan solo unos meses de haber nacida después de que falleció su
padre de una enfermedad incurable.
Ya en la adolescencia, se enteró
por parte de sus padres adoptivos de esta terrible verdad cuando ya en uso de
razón le anunciaron esta terrible verdad, que al principio no digirió tan fácil
pero después lo acepto porque sus otros padres, le supieron dar amor y cariño,
además que la criaron como si hubiera sido hija natural de este matrimonio.
Años después conoció a su
"verdadera madre" y aunque no le reclamó dicha acción, tal vez porque
se enteró del verdadero fondo de la historia, sólo se dirige a ella por su
nombre: "¡Cómo estas Matilde!", en vez de "¡Hola mamá!",
cuando se encuentran y saludan.
Mario vivió una situación casi
idéntica a la que padeció María Natividad. Su madre lo regaló cuando era recién
nacido. Siempre sus padres adoptivos le informaron de su estado y la molestia
se engendró cuando conoció a su verdadera madre.
Mario para enfrentar este fuerte
dolor solía ingerir bebidas embriagantes con mucha frecuencia y así mitigar ese
proceso histórico, además de que por las noches se salía a gritar en el patio
de su casa para desahogar sus penas, como es el no haber sido aceptado como
hijo por su verdadera madre y mejor regalarlo.
Un día, Mario se armó de valor y
fue a reclamarle airadamente porque había cometido lo que le llamaba "una
atrocidad". A los pocos días, la señora tomo sus cosas y se fue del lugar
para siempre. Mario jamás la volvió a ver. Años más tarde murió la señora
llevándose el secreto a la tumba.
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