Ayudarse uno al otro, era es gran parte de esta técnica |
Más de una vez hemos oído hablar de este término: la empatía. ¿Qué es? La empatía es la capacidad
que tiene un individuo de percibir o interpretar en un contexto en común lo que
otra persona puede sentir, o quizás hasta pensar. Es decir, es una
forma de entender y comprender lo que el otro siente, pero desde una posición
-valga la redundancia- empática, poniéndose en el lugar del otro. Una
forma desarrollada de empatía implica no sólo el entendimiento de lo que el
otro siente, sino la respuesta a dichos sentimientos.
Quizás propuesto así suena a que la empatía se tratara de algo metafísico o
de una habilidad divina, sólo para algunos elegidos. Pero la realidad es que todos
en algún punto desarrollamos empatía, en mayor o menor medida. Sería bueno
desarrollarla y potenciarla al máximo porque nos va a fortalecer como
personas y en nuestras relaciones.
Entonces, ¿cómo ser más empático? La capacidad de empatizar depende
directamente de la habilidad que uno tenga para identificar sus propios
sentimientos. Para dominar la empatía se precisa ser consciente de uno
mismo, no prejuzgar, y especialmente contar con la capacidad de escuchar y
observar a la otra persona con detenimiento. La empatía no se trata de
entender al otro para nuestro beneficio, sino de entenderlo para el suyo. La
atención es casi que imprescindible para poder ser empático. Si mientras
conversamos con otra persona estamos pensando en otra cosa, o en nuestros
propios problemas, o en qué diremos cuando la otra persona termine de hablar,
nunca podremos realmente averiguar qué es lo que el otro individuo está sintiendo.
Gran parte de todo esto se trata de un entendimiento más allá de lo verbal,
y del desprendimiento de nuestra propias circunstancias para ponernos en los
zapatos del otro. Las personas no siempre expresamos lo que sentimos en
palabras, podemos estar diciendo una cosa y sintiendo otra, o podemos no decir
nada y estar sintiendo algo. Aquél que tenga empatía podrá ver a través
de las palabras y los gestos y comprender un poquito más allá.
Es normal que hoy en día nos volvamos un poco egoístas sin darnos cuenta,
preocupados únicamente por nuestros problemas, y pensando sólo en nosotros.
Pero eso conlleva a tomar la ruta contraria a la de la empatía. La
empatía nos moviliza a sentir el dolor del otro, a recuperar el interés
por las personas que nos rodean y a consolidar la relación que con cada una de
ellas tenemos. Es más fácil a medida que logramos conocer a las personas,
ya que la relación frecuente nos permite descubrir los motivos de malhumor, de
alegría o de tristeza de aquella
persona con quien nos relacionamos, y también a comprender su forma de actuar
consecuente a ese estado de ánimo.
La empatía es una gran característica y debemos valorarla como tal.
Cuando alguien empatiza con nosotros hay que saber apreciarlo, y cuando alguien
precisa de nosotros, hay que lograr desarrollar esta maravillosa capacidad al
máximo para poder ayudar al otro, lo cual siempre significa una gran
satisfacción.
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