*Tuvimos suerte que los terrorista Árabes no
tomaran ese día un vuelo mexicano,"¡ no viviéramos para contarlo!", narraron Rocío
y Lili López Sandoval
Jesús López
Un avión terrorista da en el blanco, en aquel fatidico Martes negro del 11 de septiembre. Episodio negro en la historia de la humanidad y de la aviación comercial. |
Comalcalco, Tabasco, Septiembre 10.-A 13 años
de la peor tragedia aérea de la historia
humana sobre crímenes perpetrados por terroristas, tres hermanas oriundas de este
municipio de Comalcalco, aún tiene en vivo, fresco en la memoria, los difíciles
momentos que vivieron hace una década con tres años, precisamente el martes
negro del 11 de septiembre del 2001 cuando volaban sobre el espacio aéreo de
los Estados Unidos en ese mismo momento que derribaban las torres gemelas del
World Trade Center de la ciudad de Nueva York.
Rocío
,Lili e Iris López Sandoval, dos de las tres hermanas Comalcalquenses aceptaron
una entrevista con Noticias en Línea de Tabasco y reflexionaron en torno al
tema y reconocieron que ese martes negro del once de septiembre del 2001
tuvieron mucha suerte que uno de los aviones que tomaron los radicales Árabes
no fuera mexicano:” “La suerte fue que
no tomaron un vuelo mexicano”, dice Rocío, la más renuente a la entrevista,
abordadas en su tienda de ropa, tal vez para no recordar ese oscuro recuerdo de
la vida, los bombardeos que estremecieron al mundo.
A Trece años de haber sido derribada las torres gemelas de
Nueva York. Por fanáticos árabes, tres comalcalquenses
aún tienen fresca en la memoria los momentos más difíciles de su vida, ya que
precisamente en ese tiempo cruzaban el espacio aéreo de la urbe de hierro,
justo cuando una torre gemela del Word Trade Center WTC, ya había sido el blanco del terrorismo Islam y
puso en estado de alerta a seguridad nacional del país más poderoso del
planeta, los Estados Unidos de Norteamérica.
Las hermanas Rocío, Iris y Lilia López Sandoval habían salido del
aeropuerto de Montreal, Canadá con destino a la Ciudad de México en un vuelo de
mexicana de aviación con 300 pasajeros
a bordo a las 7 de la mañana del martes 11 de septiembre del año
2001, después de varios días de vacacionar en la república de Canadá y ya regresaban con sus
familias a la capital de la república mexicana y después a su destino
final, a esta perla de la chontalpa, Comalcalco.
Era
alrededor de las 9 de la mañana, ya habían cruzado el espacio aéreo de Manhattan
cuando por ambas ventanillas dos aviones caza de la fuerza área de los Estados Unidos le exigían a los
pilotos de Mexicana de aviación que tenían que aterrizar de emergencia en el
aeropuerto, siendo obligados a bajar en Indianápolis, cuando los pilotos pretendían
hacerlo n la terminal aérea de Chicago, una de las más grandes del mundo.
Rocío
López Sandoval manifestó: “Tuvimos suerte de que los terroristas no hayan
tomado el vuelo de la aeronave mexicana,
además los aviones caza en esos momentos que nos escoltaban no sabíamos porque
lo hacían, los pilotos y aeromozas no decían nada, el que el piloto mexicano
haya sido obediente y haya acatado la orden porque los cazas iban con la orden
de derribar el avión si no obedecía el mensaje hubieran derribado la aeronave de Aeroméxico y
si fue suerte porque el avión descendió en Indianápolis y nos atendieron muy
bien, la cruz roja internacional atendió
a los mexicanos de manera excelente”.
Otra
de las viajeras tabasqueñas, Lilia López Sandoval recordó que el pánico ya se
había apoderado de los pasajeros desde
el mismo momento en que los aviones caza obligaban al piloto a descender:
“pensé que el motor se había quemado, volteé a ver una de las alas del avión y
había un caza y al otro lado había otro, eso aumento más la incertidumbre, porque las aeromozas no
hablaban nada tampoco”, recordó.
Abundó
que el avión ya en la pista de aterrizaje de Indianápolis, agentes del FBI y el ejército catearon la aeronave, subieron
con perros enormes, adiestrados, obligando a bajar a personas con rasgos Árabes,
mientras una pasajera estaba histérica al enterarse de los avionazos en las
torres gemelas: “¡las profecías de Nostradamus se están cumpliendo!”, gritó y
se arrancó a llorar, contagiando a todas las personas del vuelo ya que el
pánico se había generalizado en los 300 pasajeros.
Recuerdo que los soldados nos hablaban con voz fuerte, golpeado, y en inglés,
diciéndonos que íbamos a estar varias horas en el avión, ya que para pisar
suelo americano hay que tener visa o un permiso especial, por lo que tuvo que
intervenir en este caso difícil la cruz
roja internacional, que en convoy especiales nos atendieron en los albergues ya
en suelo americano, expresó López Sandoval.
La
Comalcalquense narró que después de que les asignaron un lugar donde se quedarían
varios días, conocieron toda la situación completa, al presenciar las noticias
del derriba miento de las torres gemelas justo cuando el avión de mexicana de
aviación surcaba los cielos de la urbe de hierro, eso hizo que la gente se le
apoderara el pánico y se pusieron a llorar.
"¡Pensé que ya no vería a mis tres hijos!", recuerda Lili Lopez Sandoval, una de las viajeras que volaba sobre los Estados Unidos en el mismo instante que eran blancos del terrorismo. |
Madre de tres hijos, Lilia López recordó que la mayoría padeció la
depresión los 4 días que estuvieron refugiados en un albergue de Indianápolis, sólo
apoyados por personal de la cruz roja internacional que los abrazaban y les daban
palabras de aliento, ya que muchos pensaron que ya se iba a desatar una guerra
y no volverían a ver a sus familiares.
Fue
en la madrugada del 14 de septiembre cuando todo estaba un poco aclarado, pero
bajo control que el avión de mexicana de aviación partió de Indianápolis con
300 pasajeros a bordo con rumbo a la Ciudad de México, fue precisamente la
primera aeronave que salió de los Estados Unidos, después de los cuatro días
del septiembre negro del 2001, ya que no permitían los vuelos comerciales.
Torres gemelas de Nueva York símbolo del poder económico y económico del país mas poderoso de los Estados Unidos, presumían su belleza y maravilla |
López
Sandoval todavía recuerda con
alegría cuando ese 14 de septiembre, los
pilotos de mexicana de aviación anunciaron en el altavoz del interior de la
nave: “¡señores pasajeros, acabamos de entrar a cielo mexicano!”, lo que generó
gritos de alegría y aplausos de todos los pasajeros y abrazos con las azafatas,
porque “¡cuando se cayeron las torres gemelas, pensamos que ya no volveríamos a
regresar a México!”, puntualizó.
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