Jesús López Sandoval
La instrucción de David de construir un
templo fue transmitido a su heredero del trono quien hizo traer de otros países
diversos tipos de materiales para edificarlo, asimismo el personal suficiente
para realizar la magnífica construcción.
El templo además de majestuoso era centro
de atención porque con anterioridad Jehová Dios no había permitido limitarlo a
un espacio cerrado, mismo que fue decorado sin ofender por supuesto a Dios,
imágenes de criaturas que hay en el cielo o en el aire, en la tierra, en el agua
y debajo de estas.
Por lo cual se muestra que los hombres de
la antigüedad tenían el buen concepto de la decoración admirado a través de
estas la creación de Jehová. Posiblemente, en este templo, el rey considerado
Sabio quiso plasmar simbólicamente el universo conocido en aquellos tiempos
atribuidos a un solo creador.
Por lo cual se ha de considerar, que el
templo era una historia ilustrada de la creación con la intención de reconocer
el poderío de Jehová Dios, la majestuosidad de su obra y la admiración que el
hombre debe sentir para agradecerle al Dios de Israel.
Además de su amplio currículo
con sus amoríos y su eficaz sabiduría, el rey Salomón también es conocido
porque él se personalizo en construir el templo de Jehová, dicho así por el no
un templo sino el lugar donde habitara Dios representado en las piedras o
tablas.
El Teólogo Marco Antonio Jiménez Olan
consideró que fue como una promesa hecha por su padre David a Jehová, Salomón
asumió este compromiso para lo cual una inversión desmedida en materiales y
diseños de construcción fueron traídos arquitectos y albañiles extranjeros,
además de las gentes nativas contribuyeron a levantar el templo.
Indicó que se trajeron preciosas maderas de Líbano y
de Etiopia, piedras y rocas de distintos países fueron llevadas al sitio de la
construcción y por fin Salomón pudo realizar el sueño de su padre, edificando este templo al cual
decoro con imágenes de seres que existen en el planeta, sin llegar con esto a
contradecir el mandamiento que prohíbe
la idolatría, que significa poner o colocar en lugar de Dios a una cosa
o persona representada en una imagen o en una actitud, con lo cual se entiende
que Dios no es el centro de la vida de esa persona.
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