lunes, 21 de abril de 2014

LUNA, LA HISTORIA DE UNA NIÑA VALENCIANA QUE VIVE EN ZIPOLITE RODEADA DE ABUSOS



México siempre ha albergado a extranjeros y les ha dado las facilidades para formar un hogar. La madre de Luna (la pequeña de 8 años protagonista de esta historia) decidió establecerse en nuestro país y alejarse de España, país donde actualmente vive la abuela de la pequeña, quien ha hecho hasta lo imposible por tratar de que su nieta, vuelva a casa y tenga una vida feliz y estable.

Luna no sabe leer, no sabe escribir, no habla y se muerde las manos, vive en un estado de indigencia, suciedad y descuido. Su abuela vendió todo lo que tenía para conseguir dinero, recorrer medio mundo y no regresar a Valencia hasta encontrar a su nieta. Lo intentó todo, incluso que los jueces incapacitaran a su hija para que se hiciera cargo de la niña por sus problemas con las drogas y el alcohol. Pero Luna desapareció sin dejar rastro.

Después de tres años de constante búsqueda, la abuela finalmente encontró a Luna en Zipolite, Oaxaca, esta playa cuenta con una pequeña población y está ubicada en la costa del Pacífico. Lamentablemente aún no pueden rescatar a la pequeña, debido a que la abuela se encuentra en una batalla con la burocracia mexicana para rescatar de la miseria a su nieta y convencer a su hija para que se someta a un tratamiento de desintoxicación.

Luna nació en Valencia pero se fue a vivir con su madre a Andalucía. Su familia era económicamente acomodada y decidieron apoyar a la madre de Luna cuando decidió seguir su embarazo sola. En el 2009, según cuentan los familiares de la menor (quien en ese entonces tenía 3 años y medio), les comentó que la pareja en turno de su madre había abusado de ella, lo que llamó la atención de los abuelos e inmediatamente trataron de conseguir ayuda en Bienestar Social, donde fue enviada a los juzgados de guardia de Valencia para ser examinada y pedir la custodia.

El 18 de agosto del 2013, la juez que estaba de guardia era sustituta y finalmente no se abrieron diligencias, pues los supuestos tocamientos se habrían producido en Andalucía y sólo en violencia de género la ley permite presentar una denuncia en el lugar de residencia de la víctima.

Médicos constataron que la niña sufre “vaginitis y vulvovaginitis”, lo que indica que el abuso continuó, por lo que la abuela pidió nuevamente tener acceso a la niña, y una cascada de resoluciones judiciales obligaron a la madre a someter a la pequeña a un reconocimiento médico para comprobar la veracidad de los presuntos abusos. Ningún forense la examinó porque la madre huyó (primero a Amsterdam, luego a México), y el caso cayó en la preterición de las estanterías de los juzgados. Ni el Emume (Equipo Mujer Menor) de la Guardia Civil la encontró. Todo lo demás es ausencia.

La batalla de la abuela continuará. Por lo pronto la niña ya asiste a terapias con el gobierno mexicano, quienes comentan que la pequeña va sucia, solo habla groserías, que es muy agresiva con la gente y que tiene momentos de ansiedad.

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