Jesús López
Es una mañana soleada de domingo, María como
cada fin de semana acude a la misa dominical matutina y en el intervalo, en la
homilía, pasan los ayudantes del sacerdote con su canastita para recoger la
limosna de los feligreses, donativo que sirve para la ayuda de gastos que tiene
la parroquia de luz eléctrica, agua, pago a los ayudantes y otros servicios.
María
abre su bolsita de mano y tiene dos billetes de color azul y lo deposita en el
recipiente y después de terminar la misa se persigna para acudir al mercado a
realizar sus compras y preparar la comida de la tarde donde acuden todos sus
hijos, yernos, nueras y nietos, es la gran comida especial de mediodía de
domingo, donde casi es una fiesta.
Ya en
el interior de la central de abasto, María se dirige a la zona donde expenden
gallinas y escoge una, la más grande, que tiene la huevera, es decir, el saco
donde estos animales desarrollan los huevos, que por cierto y mucha suerte,
tiene varios huevecillos en formación.
Pero a
la hora de pagar busca en su bolsita el billete de 500 pesos para pagarle a la
marchanta, pero ésta al revisar el papel le dice que se equivocó, que le
entregó una de 20 pesos, de los azules, no el de 500 pesos
-Disculpe señora, le dice la vendedora de
pollos y gallinas, este billete es de 20 pesos, no de 500.
-No puede ser, dice la clienta un poco
nerviosa, sí yo traía una de 500 pesos y otro de 20 en mi bolsita.
-Quizás lo eche en la canastita donde recogen
la limosna en la iglesia, dice confundida y ya con los nervios de punta, al
mismo tiempo que va perdiendo el equilibrio en su cuerpo y termina desmayada en
los pasillos del mercado, ante la mirada atónita de la expendedora de aves
emplumadas.
La
gente se arremolina en torno de la ama de casa, al mismo tiempo que piden la
ayuda de los cuerpos de socorro de la cruz roja.
-¡Por favor pidan una ambulancia!, una
ambulancia!, grita la gente, mientras que los curiosos y transeúntes detienen
su marcha para detenerse y saber de primera mano lo que está pasando, mientras
la marchante argumenta que se desmayó porque en la iglesia en vez de dar 20
pesos de limosna dio un billete de 500. Es que se confundió, revira.
Durante
la confusión llegan los paramédicos de la cruz roja que le aplican los primeros
auxilios hasta restablecerla, la sientan en una silla al mismo tiempo que le
pasan un vaso de agua para que se reponga los más rápido posible.
Ya
menos aturdida y respuesta del susto, la gente se solidariza y se organizan
para ir una comisión de personas y acudir hasta la parroquia para hablar con el
sacerdote sobre la terrible confusión y le devuelva los 500 pesos que por error
y ser muy semejante al de 20 lo deposito en la canastita de la limosna.
En el
curato de la iglesia, el párroco escucho atentamente señora del error que había
cometido y del incidente que tuvo en el mercado al desmayarse cuando querer
pagar se llevó la sorpresa que había dado gato por liebre, es decir había dado
500 en vez de 20 pesos-
-Tome su dinero hija, le dijo extendiéndole el
papel, entiendo su confusión, argumento el padre al mismo tiempo que la señora
recobraba el color de su piel y le agradecía al vicario de cristo su gesto, el
de devolvérselo.
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