Por Jesus López Sandoval
El
pasaje de Mateo 9.32-38 Es una expresión que Jesús manifiesta a sus seguidores
para invitarlos a que se unan al gran compromiso de trabajar en los campos del
dueño de la mies. Se hace hincapié en que la cosecha o producto tiene un dueño
y ese dueño el que contrata así que debemos entender que en la labor del
evangelio no es solamente un asunto de que “yo quiero”, “ya llegue y aquí estoy
para levantar la cosecha”, porque en la situación que menciona el evangelio al
igual que en aquella otra Mateo 20 del uno al 16, no es que cada quien puede
llegar a levantar la cosecha sino aquellos a los que el Padre elije y contrata
porque es él el que dará su justo pago al trabajador.
Todo esto así
entendido debe enseñarnos que no cualquier persona que se sienta inspirado,
llamado por Dios a través de un texto bíblico puede agarrar su biblia, ponerse
a predicar y levantar su negocio. (esto no se trata de vender pan),
para que una persona sea envestida como segador (obrero, pastor, ministro,
sacerdote).
Debe primero ser
llamado, segundo, presentarse con el patrón y éste como dueño del campo
designara el área y actividades correspondientes porque no se trata meramente
de ir a venderle mentiras a las ovejas descarriadas, para luego trasquilarla (a
través del diezmo), instaurándose así el gran negocio. Por lo cual es necesario
leer detenidamente la frase de Jesús: “La cosecha abundante, los sembradores es
poco, por eso piden al dueño del terreno o campo que envié trabajadores”.
Si esta regla se
siguiera, quizás el mundo estaría más unido porque el campo es único así como
el dueño y los sembradores que antes recibieron la invitación de Jesús y fueron
contratados tienen un lugar que el mismo padre le ha otorgado para desarrollar
su ministerio.
Caso contrario se
puede decir que aquellos que se apropian de un espacio en el ministerio
solamente siembran división y violencia como indica Mateo 12:25.
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