viernes, 23 de febrero de 2018

NO SOLO DE PAN VIVE EL HOMBRE

      Esta frase hecha por Jesucristo al espíritu del enemigo después de haber ayunado 40 días y 40 noches en su estadía por el desierto, habiendo sido previamente bautizado por Juan el Bautista, expresan mas que la idea de un alimento material, la forma en que el hombre debe confiar en su señor, el creador, que ha formado todas las cosas precisamente para dárselas al hombre constituido como rey de la creación.
Jesús estuvo 40 días y 40 noches en el desierto justo antes de iniciar su ministerio.
 Por   Jesús   López    Sandoval    

    Según el pasaje bíblico, Jesús de Nazaret tenía hambre físicamente hablando porque su constitución física estaba debilitada al no recibir alimento por ese periodo prolongado de 40 días, sin embargo, el motivo por el cual el maestro de Nazaret se sometió a esa disciplina es lo que lo mantenía fortalecido, esto es, hacer la voluntad del padre, de tal manera que el espíritu del mal solo recibió una consecuencia de lo que él sabía perfectamente recibiría.
     Hay que recordar que nadie da lo que no tiene, de ahí que Jesús tenía la fortaleza espiritual (aunque su cuerpo estuviera hambriento y sediento de comida material), con lo cual el galileo  enseña que el alimento más eficaz para el hombre es hacer la voluntad del padre, por eso responde: “No sólo de pan vive el hombre”, sino también de toda palabra que sale de la boca del padre, lo que viene siendo el sometimiento a la voluntad divina y al seguimiento de su palabra.
     Para el Teólogo Marco Antonio Jiménez Olan en la actualidad no se necesita ir al desierto para ayunar tantos días y tantas noches sino más bien concentrarse en la presencia  del Padre y pedirle que su voluntad se base en nosotros y claro su voluntad se ve hacer si nosotros miramos el mundo con los ojos con los que el padre los mira.
En el desierto, Jesucristo fue tentado por el Demonio pero no cedió a su capricho.
     Esto nos relaciona directamente con la oración que el humilde carpintero nos enseñó a decir: “Danos hoy nuestro pan de cada día… y hágase en nosotros tu voluntad”, (lo que quiere decir. Cúmplase en mí tu palabra).

     De manera que esta oración enseñada por el hijo amado del Padre nos enseña que antes de decirles a sus discípulos, él mismo los vivió.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario