Mucha gente no tiene un pan para comer, a veces hasta una sola comida en el día.
POR JESÚS LÓPEZ SANDOVAL
Comalcalco, Tabasco, febrero 04.-Una
mañana me encontraba desayunando antojitos en el interior de un mercado
público, cuando una mujer indigente, joven, con fuerza en su cuerpo, le pidió a
un comensal que le regalara unos centavos, gustoso y de manera amable el joven
le dijo que dinero no le daba pero si la invitaba a desayunar y esta asintió
afirmativamente con la cabeza.
La
propietaria de la fonda de comida le sirvió en un plato el sabroso tamal de los
llamado de masa colada con costillitas de cerdo, además de un rico café con
leche caliente, pero lo primero que hizo la joven mujer es respingar: ¡oiga!,
me está dando el tamal batido, así no me gusta.
Incomodada la
dueña de la fonda le contesto a bote pronto: “¡limosnera y con garrote!, te
están regalando la comida y le estas poniendo peros”, mientras que los clientes
sentados alrededor de la barra murmuraban, hasta que una señora le replicó que
así se sirve el tamal en el plato, se quita la hoja y se pone sobre la
cubierta, de todos modos se tiene que partir con la cuchara para comerlo
despacio y disfrutarlo.
Tú lo que quieres
es dinero y no comida, volvió a reclamarle la dueña del puesto de comida, eres
malagradecida con la persona que hizo el gasto para comprártelo, la comida es
una bendición de Dios, no debes de quejarte, tu sabes cómo está la crisis
económica, mucha gente no tiene dinero para comprar comida o echarse un
bocado.
-Pues así no me
gusta, volvió a quejarse la joven indigente haciendo una mueca en su musculo
facial de la cara, y mejor pidió que se lo envolvieran en una bolsa de
plástico, ya que mejor se lo va a llevar.
Molesta, la
propietaria se lo sirvió para llevar al mismo tiempo que exclamaba que no lo
fuera a tirar a la basura.
La indigente tarda unos
segundos parados sobre la barra mientras lo apretaba discretamente con su mano
derecha y se dio media vuelta para retirarse del lugar, no sin antes dirigirse
a un bote de basura y ahí desprender el tamal ya pulverizado ante la mirada de
asombro e incredulidad de los comensales.
-Qué bárbaro, lárgate de aquí y no te
vuelvas a parar por este lugar porque te voy a correr, dijo en tono molesta la
propietaria de la fonda de comida, no sin antes amenazarla de decirle a la
gente que acude al mercado que no le de dinero.
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