domingo, 10 de febrero de 2019

LO QUE CONTAMINA A UN HOMBRE NO ES LO QUE ENTRA POR LA BOCA SINO LO QUE SALE: MATEO 15: 6-11

Del corazón salen todas las palabras fue la expresión del nazareno ante quienes los juzgaban.

Por   Jesús   López Sandoval
Es muy conocido el evento donde se expresa Jesús de esta manera, él había sido invitado a un banquete y sus discípulos fueron hallados culpables por los fariseos y maestros de la ley de no cumplir las leyes y tradiciones, caso concreto no lavarse las manos antes de comer (medida higiénica por cierto muy recomendada hasta nuestros días).
  Sin embargo, el asunto realmente no era que estos señores se preocuparan por cumplir la ley, guardar las tradiciones y mucho menos preocuparse por la salud de los de los demás, al contrario, lo que buscaron fue el momento propicio para colgarle a Jesús de Nazaret una falla de orden reglamentario por no exigir la limpieza a sus discípulos y el fiel cumplimiento de la ley.
   Ocasión utilizada por el divino maestro para enseñar a esos maestros de la ley, escribas y fariseos y hombres de nuestro tiempo que el mal de la humanidad no está realmente afuera sino profundamente clavado en el corazón del hombre y de ahí salen todo tipo de palabras y actor que atentan contra el propio sujeto y los seres que lo rodean.
   Dicho de otra manera, si con lavarse las manos hasta los codos, permitiera limpiar nuestro interior, que fácil seguramente, este mundo estaría en la ruta de la salvación, pero lamentablemente no es así.
   Es dentro de nosotros mismos donde se desata la lucha más cruenta y por lo que Jesús tener mucho cuidado porque de esta cloaca pueden salir dardos que hieren a los demás, mientras nosotros nos seguimos lavando las manos al igual que Pilatos.
   Lo que entre por la boca sale por los intestinos, en cambio, lo que sale de nuestro corazón atropella, hiere, asesina, por lo cual no es posible pensar que quienes creemos en el maestro de Nazaret, somos asesinos de manos limpias.
   Se recuerda ahora el pasaje bíblico de Juan: 13:9, en donde Pedro pide que le sean lavado no sólo los pies sino las manos y la cabeza, recibiendo por respuesta que quienes se han bañado no necesita lavarse más que los pies.
   Es una expresiva señal de que quienes han sido lavado en las aguas del bautismo y en la sangre del cordero solo requiere expresar con su corazón que la actitud ante la vida es de acuerdo a lo que Jesús ha mandado, que se amen los unos a los otros”, Juan 13:34.
   Luego entonces, los corazones del hombre deben salir actos de amor, deseos de paz, y manifestaciones en la vida cotidiana con la mayor sencillez como aquél que nos ha enviado a transformar el mundo siendo testigos suyos.

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