Por Jesús López Sandoval
En este pasaje San Mateo muestra las características interiores del corazón de Jesús, ese corazón que es el que lo impulsa a ir en busca de las ovejas
perdidas haciendo también hincapié en que la ley del amor, esa que sale del corazón manso y humilde del nazareno es una ley suave y
ligera, es decir que no pesa porque deben moverlo el amor.
En el pasado
los Israelitas cargaron una ley que hasta en los puntos y acentos lastimaban al
pueblo por ser pesada, siendo una ley fría, impávida y que debía aplicarse tal cual sin considerar a ningún ser humano, muy distinta a esta ley que el nuevo
legislador proyectara en este pasaje bíblico.
Una ley suave y
ligera, un yugo que es fácil de cargar porque “lleva más que perdón y amor, esta es la ley que el maestro y nuevo Moisés encomienda a sus discípulos: "Sean como yo, manso y humilde de corazón".
Al mismo tiempo
nos hace ver que viviendo en esta ley las anteriores quedan abolidas porque
donde existe el amor cabe el perdón y deja de existir el temor: “vengan a mí los que están cansados y cargados y yo les haré reposar (en verdes prados, así como dice el salmo)".
Con esto se
remarca la diferencia existente entre la ley del antiguo testamento, que infundía temor y era imposible de cumplir, en cambio la ley
del amor la que el humilde carpintero de Nazaret trae impreso en su corazón.
Es la que
hereda a sus discípulos,
ley que no es pesado porque en ella no hay odio ni rencor, mucho menos temor,
porque el amor infunde tranquilidad, confianza y sólo puede despertar amor y más amor.
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