lunes, 27 de noviembre de 2017

NICOLASA: LA COTORRITA QUE SE COMPORTA COMO HUMANO

Nicolasa con su madre adoptiva Adeldai Córdova Martinez "ella es un miembro más de la familia", dice.



 Por Jesús   López   Sandoval


 En la ranchería Gregoria Méndez primera sección de este municipio de Comalcalco, Tabasco, la familia Córdova Martínez convive con una cotorrita que aprendió, pese a no ser humano, entiende, actúa, comprende, a convivir armoniosamente con este género , siendo considerada como un miembro más de esta familia que la quiere, adora, cuida, como si en verdad fuera un hijo más.
  Desde hace 5 años llego a esta vivienda cuando estaba tiernita, todavía sin emplumar y con el paso del tiempo se fue adaptando a convivir, vivir la dinámica cotidiana de esta familia hasta terminar ser aceptada como parte de un miembro más de esta comunidad, de esta progenie, de este núcleo familiar que le ha dado el cariño y amor suficiente para ser un miembro más.
Nicolasa, la cotorrita que llegó a la familia para quedarse para siempre.
 Aunque como cualquier ser humano también tiene su genio, ya que cuando esta de mal humor, como cuando no la han acompañado a dormir la siesta, empieza a amagar y querer decir algunas groserías de su boca....perdón de su pico: "¡Puutito!", "¡Puu....!" o también cuando llega un visitante que acapara la atención de la familia se siente evadida, desplazada, le entra el celo, y cuando se retira si es mujer empieza a despotricar contra la fémina y gritar: “¡Pu…tita!, ..¡puti…ta!” y si es hombre el visitante comprende el género y le lanza improperios: “¡Puuutito!”.
 Tiene su propio reloj biológico como cualquier ser humano...ya caída la noche, alrededor de las 19 horas comienza a llorar porque es la hora en que toma su café con su galleta de coco, "su café debe estar tibiecito..." refiere su mamá adoptiva Adeldai Córdova Martínez, que suelta la risa al recordar cómo es la rutina diaria de Nicolasa y añade: “y momentos antes de la cena la pone a que haga popo.
Nicolasa duerme su siesta en la tarde en la cama
  Pero su actividad diaria comienza desde muy temprano en la mañana comienza a las 5 de la mañana cuando se despierta saliendo de su jaulita, donde duerme acompañado de un ventilador para que no sufra los estragos del fuerte calor propios de Tabasco. A esta hora se le da su besito de buenos días, -refiere, entre risas su mamá adoptiva, y se le pasa a la cama para terminar de descansar.
  A las 8 de la mañana se levanta gritando desesperada que le den su café con galletas y a las 10 toma su pozol, bebida típica tabasqueña, a las 11 horas se desayuno, le encanta huevitos revueltos. El almuerzo a las dos de la tarde y come lo que le den, menos lentejas o pescado que no le gusta, “nos damos cuenta porque grita enojada y lo empieza a sacar con sus patitas del platito para tirarlo”, narra su hermano Lorenzo Córdova.
  Nicolasa tiene sus propios trastecitos para ingerir su café o coca cola fría que también toma “¡la chispa de la vida!, victima también, como los humanos, de la comercialización mundial de esta gaseosa.
   A la niña le encanta almorzar su caldo de pollo, puchero, acompañado de verduras y termina el día bebiendo su café acompañado de galletitas de coco y se le prepara para acostarla a dormir primero haciendo sus necesidades fisiológicas como defecar y antes de acostarla en su jaulita se le acaricia su pelo verde de 5 a 10 minutos y la pasean en el hombro porque si no se lo hacen, comienza a insultar: “¡Putitas!”, comienza a gritar.
Va ser difícil de superarlo cuando concluya su ciclo de vida, es como una hija, no es fácil,dice con un dejo de melancolía.
    Este escribidor le pregunta a la propietaria de este emplumado que pasara cuando concluya su ciclo de vida: “¡Ni pensarlo!”, exclama, ni quisiera saber que eso pueda suceder pronto, no lo superaría tan fácil porque Nicolasa ha sido un miembro de la familia más junto con mis dos hijos y mi mamá porque ella sabe que somos parte de ella, ¡no quiero ni pensarlo!, ¡ni Dios lo quiera!, remató diciendo.    



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