Lavarse la mano es símbolo para librarse de alguna culpa |
Jesús López
El pasaje bíblico se expresa que Poncio Pilatos después de haber buscado
un delito a Jesús y sin haberlo encontrado culpable, es obligado por los jefes
de los sacerdotes, Escribas y Fariseos, que se los entregue para matarlo ante
la amenaza que estos le hicieron de acusarlo ante el emperador por permitir que
un jefe judío se proclame rey.
Ante esa actitud de los jefes políticos-religiosos
de los judíos, Poncio Pilatos tuvo que ceder y en actitud declara contrariedad
porque no había razón para condenar a Jesús a la muerte, el gobernador romano
pide agua para lavarse las manos simbolizando que él no tenía nada que ver con
la muerte de aquél inocente judío.
Al parecer, Pilatos sintió mayor
remordimiento al ceder por puro temor a perder la gracia del emperador Cesar,
sintió el deseo de liberarlo pero se impuso la conveniencia; tuvo la
oportunidad de liberar al nazareno porque tenía la facultad para hacerlo, sin
embargo, le gustaba el poder más que la justicia, razón por la cual tuvo que
ceder aún contra su propia conciencia, misma que no pudo lavar al igual que sus
manos.
Se molestó de no aplicar la ley
y ceder al chantaje porque más adelante no pierde la oportunidad para querer
desquitarse en contra de esas autoridades que lo obligaron a hacer algo en
contra de su voluntad.
Precisamente según dice el
versículo 22 capítulo 19 del libro de San Juan donde le expresa que lo que
escribió respecto a Jesús ya está escrito y así se va a quedar indicando que él
es la autoridad y lo que determine debe respetarse.
Muy lejos quedo Pilatos de haber
sido un hombre justo en el juicio en contra de Jesús porque él, habiendo
comprobado que no había delito alguno que perseguir, primero les dio el gusto
de ver maltratado a su rey y luego cometer la injusticia de entregarlo a sus
detractores para que lo maten sabiendo que Jesús no tenía delito alguno.
El lavarse las manos en la
actitud de Pilato es pretender una acción simplemente externa que para muchos
incautos será buena pero en el fondo hemos de ver que cuando se pretende
justificar algunas deficiencias en el actuar se acude a esa postura que más
bien parece una actitud hipócrita como la que practicaban los judíos y que
señala San Marcos en el capítulo 7 1-13.
Esas tradiciones de los judíos
que en un principio funcionaron como medidas higiénicas: lavarse las manos
hasta el codo, lavar los platos donde van a comer uno, no comer ciertos
alimentos, etc... No deben perjudicarnos inclinándonos a ser hipócritas
limpiando nuestras manos para comer y vomitando sapos y culebras en contra de
las personas.
Por eso Jesús dio preferencia a las
posturas y actos que provienen del interior del hombre más que a simples
litúrgicos recordando que lo que hay en nuestro corazón lo proyectan nuestros
labios y nuestros hechos, así entonces se resume un pasaje bíblico a esta
expresión; "cada quien da a su hermano de acuerdo a lo que hay en su
corazón".
La práctica del lavado de manos,
como es el caso de este personaje Pilatos, era algo usual en aquéllos tiempos
en la que se buscaba dejar en claro que el juez simplemente aplicaba la
justicia y no dictaminaba a favor o en contra de una persona, más que por
justicia.
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